Lección Primera: Humillar.
Invítalo a seguirte para
disfrutar huyendo de él. Si vuelven a encontrarse, salúdalo como corresponde al
caballero que eres.
Aprende de él, imítalo todo lo
que puedas, encuentra todos sus defectos y, luego de hacérselos saber,
desprecialo.
Acude en su ayuda, entrégale
todo tu apoyo y comprensión cuando se sienta bien y cuando veas que se
entristece dile que lo llamarás en un rato, pero no se te ocurra cumplir tu
palabra. Hazle todas las ilusiones que le puedas romper. Felicítalo por sus
escritos (tan profundos y conmovedores) mientras piensas en la remota
posibilidad de leerlos. Acercate sólo si vale la pena que la gente se entere
que lo conoces, sino, búrlate. Su rareza y soledad incluso pueden serte útiles.
Míralo a los ojos y, cuando te
sientas amenazado por su tranquilidad, se lo más violento que puedas. Esconde
tu incapacidad de hacer lo que debes haciendo lo que no. Aprovecha tu
superioridad numérica cuando te sepas débil, impotente y abusado. Si envidias
su paz, golpéalo.
Usa todos los medios a tu disposición (ojalá
la fuerza) para que no te diga aquello que no sabrías responder.
Permítele amarte, pero procura
que sea siempre más de lo que tú estás dispuesto a amar. Así podrás hacer de la
vida de otros, tu juego. Tu ventaja será siempre decir que sientes lo mismo
para que, cuando se enteren los demás, no se vea involucrado tu corazón; si
existe. Mientras más le mientas, más ventaja tendrás cuando se sincere.
Asegúrate de que te considere
uno de los suyos, ojalá el más fiel. Si eres cuidadoso, casi lograrás que
confíe: posición estratégica para decepcionarlo cuantas veces quieras.Enséñale
algo que entiendas, no para que también lo haga él, sino para echárselo en cara
cuando no venga al caso. Regálale todo lo que le puedas cobrar.
Lee, por primera vez
atentamente, este texto. Sigue cada uno de los pasos y aplícalos, por ejemplo,
con el autor. Utiliza la información, que inocentemente te entrega, para
humillarlo hasta que te hartes.
RolandoFlores, 2005.